Noche Estremecedora

Y llegó la madrugada que tanto ansiábamos. Cogemos sitio deprisa y corriendo donde podemos, porque acaba de entrar en el Museo hace apenas unos minutos La Amargura.

Antes de que nos demos cuenta, las luces se apagan y el silencio se apodera de las calles. En la lejanía divisamos algo que brilla y se va acercando poco a poco hacia nosotros. Es el primer cofrade.

En unos instantes, toda la calle estará iluminada por cientos de teas que se van consumiendo a medida que cae la noche. Escuchamos su crepitar junto a los pasos de los cofrades. En breve también percibimos los tambores destemplados que se acercan, anunciado a Cristo muerto.

Acaba de bajar Balborraz y eso significa que se acerca un momento cumbre en esta noche fría: “Oh, Jerusalem, Jerusalem”, resuena en el centro de la Plaza de Santa Lucía. Tan solo 15 voces consiguen estremecernos de una manera sobrenatural, pero ¡qué voces!

En el medio de dos antorchas resplandecientes, divisamos la escena teniendo cuidado de no acercarnos mucho y quemarnos. Es una situación un tanto extraña, pues tienes el rostro ardiendo, pero el resto del cuerpo está congelado por el frío que hace y por el tiempo que llevas de pie sin moverte. Sin embargo, todo merece la pena al escuchar este cántico desgarrador que en los oídos de todos sus presentes resulta la música más dulce de toda su vida.

Un último esfuerzo. Una vez acabado el acto, vamos a esperarla en el Arco de Doña Urraca, otro de los sitios emblemáticos por donde pasa dicha Hermandad. De nuevo, volvemos a disfrutar de esa iluminación y esos sonidos que nunca nos dejan de sorprender y emocionar.

Ya está a punto de recogerse. Si bordeamos la ciudad para llegar a la iglesia, los primeros cofrades ya están dentro y en un abrir y cerrar de ojos, todo habrá llegado a su fin.

Otra procesión superada con éxito.

Utilizar la imaginación está muy bien y animo a hacerlo de vez en cuando, pero cinco días seguidos sintiendo lo que pudo haber sido y no es, es un agotamiento mental extremo. Aun así, hay que vivir de alguna manera esta Pasión, y mi modo de hacerlo es a través de las letras, en las cuales encuentro algo de consuelo.

Verónica Viñuela

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